Ser un socio y padre consciente

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Resumen rápido de la IA de Marriage.com
Hablemos de “mindfulness” y pongámoslo en práctica para tener relaciones saludables con tu pareja y tus hijos.
Ser consciente significa primero tomar conciencia de nuestras propias experiencias internas en el momento presente (sensaciones/pensamientos/emociones), así como de las de las personas que nos rodean. A continuación, viene aceptar esas experiencias con compasión y sin juzgar. Cuando nos liberamos de la rumia sobre el pasado y la ansiedad por el futuro, podemos disfrutar más plenamente del aquí y ahora.
¿Has notado que la descripción anterior no contiene una “lista de cosas por hacer”?
La atención plena comienza con establecer la intención de ser consciente.
La atención plena no se trata de hacer algo más, sino de un estado de ser y de convertirse. Comienza con la intención de ser consciente, continúa con la práctica de este nuevo estado mental y luego se traduce en comportamientos y relaciones más saludables.
Sin duda, un hábito regular de autorreflexión, meditación, relajación o yoga/movimiento puede cultivar la atención plena. Sin embargo, la clave está, para empezar, en una mente abierta al cambio y a la autoindagación.
Una vez que decidimos prestar más atención a nuestras sensaciones, pensamientos y emociones y aceptarlas sin juzgarlas, tenemos la oportunidad de observar y reflexionar sobre nuestras experiencias internas con mayor claridad y calma. La culpa, la vergüenza y el autodesprecio ya no son necesarios, lo que permite emociones menos intensas y decisiones más racionales.
De igual manera, al reconocer que nuestros seres queridos tienen sus propias luchas internas que influyen en nuestras diferencias, ¿cómo podemos seguir culpándolos o criticándolos? En lugar de reaccionar emocionalmente de inmediato, podemos practicar la pausa para reflexionar y elegir la respuesta más útil.
Aquí hay ejemplos de cómo podemos practicar la atención plena en las rutinas diarias.
Cuando nos damos cuenta de que el estrés aumenta para cualquiera de los involucrados, tomamos un descanso (aunque dure 3 minutos) para calmar el cerebro, con el fin de evitar irritarnos y sacarnos de quicio mutuamente.
Si nuestra pareja o nuestros hijos están pasando por un momento emotivo, preguntarles cómo se sienten y ofrecerles palabras de consuelo (“Lamento que esto sea difícil”) demuestra que los apoyamos sin juzgarlos.
Imagínate lo bien que se sentiría esto, comparado con sacar conclusiones precipitadas sin preguntar o dar una opinión inoportuna. Esto último podría interpretarse como una crítica y potencialmente generar malentendidos, conflictos y desconexión.
Cuando ocurren discusiones o luchas de poder, tomar un descanso mental para calmarse en el calor del momento puede marcar la diferencia entre reaccionar emocionalmente y responder reflexivamente.
Prestar atención a cualquier detalle mundano (como cuando nuestro cónyuge saca la basura o cuando un hijo nos extraña) y expresar gratitud por ello aumenta la vibra positiva en cualquier relación, ¡como poner dinero en el banco!
Lo que ha hecho que la atención plena se convierta en una palabra de moda en las últimas dos décadas es la publicación de muchos estudios de investigación que encontraron importantes beneficios mentales y médicos de una práctica regular de atención plena (ver “La revolución de la atención plena por Barry Boyce para un buen resumen).
A continuación se presentan algunos de los muchos beneficios que he experimentado a través de mi trabajo como terapeuta familiar y con mis propias relaciones familiares:
Superar momentos estresantes con menos conmoción. ¡Es contagioso! La actitud compasiva inspira a otros familiares a reaccionar de manera similar.
El efecto dominó intergeneracional: los niños aprenden a ser socios sólidos copiando las habilidades de atención plena de sus padres y observando una asociación saludable entre ellos.
Disfrutando del placer de conexiones más profundas e íntimas. ¡Nos lo merecemos!
Promueve la salud mental de los niños a largo plazo.
La atención plena es un trabajo en constante progreso.
La buena noticia es que la atención plena es un proceso continuo. Cada día es una nueva oportunidad para practicarla. Incluso cuando cometemos errores, los aceptamos con autocompasión y aprendemos las lecciones. Por lo tanto, ¡no podemos fallar! ¿Por qué no intentarlo?
Las rutinas diarias están repletas de oportunidades para practicar la atención plena. En una entrevista con Tim Ferriss, Jack Kornfield afirmó: «Tus hijos son tu práctica; y, de hecho, no encontrarás un maestro zen más exigente que un bebé con cólicos o ciertos adolescentes. Eso se convierte en tu práctica».
Para empezar, hay muchas meditaciones guiadas y charlas de mindfulness disponibles de forma gratuita. No es necesario esperar a tener mucho tiempo ni dinero para asistir a una clase o retiro de mindfulness. ¡El mindfulness es un regalo que tú y tu familia se merecen!
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